Viernes de Dolores. Momentos gastronómicos.

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AUTOR:  José Enrique González  (www.JoseEnriqueGonzalez.com)

30 Marzo 2.012


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Después de una dura semana de trabajo, nos reunimos para tomar unos aperitivos juntos. Dudando del porqué de la celebración, ingenuamente pregunté:

¿Porqué?

 Pues porque es Viernes de Dolores, me respondieron, y en Sevilla, ya es Semana Santa.

 Sevilla ya huele a azahar, a canela y clavo. Ya suenan los tambores, ya suenan las bandas con sus ritmos alegres, con sus tristes marchas, ya huele a cera y a flores, a incienso y mirra.

 El monótono acompasar de los nazarenos ya se presiente, el sonido de las ordenes del capataz parece resonar en el ambiente, el arrastrar de las sandalias de los costaleros se oye de fondo del murmullo.

                                                                                           

Se presienten las túnicas, las sombras imitan capirotes de penitentes, los dulces típicos ocupan lugares destacados en los obradores y el olor a ajonjolí y miel se percibe en las calles.

                                             

El sonido del agua de las fuentes llega a oírse, acompañando en la noche el lamento de una saeta en el silencio del respeto, la fé y la devoción.

 Ahora la luz de un cielo azul, claro, limpio ilumina nuestras calles, ilumina nuestras iglesias y acompaña al penitente al gozo de la Semana Grande. Los naranjos ofrecen su mejor aroma, sus frutos lucen sobre el verde fondo y, como chispeantes estrellas, sus flores blancas desprenden un inigualable perfume a azahar. En Sevilla ya es primavera.

Ya con el espíritu sosegado, presto atención  a la mesa donde ya están preparados la mayoría de los aperitivos que amenizaran nuestra reunión, observando que, la mayoría, son artesanos, elaborados por las compañeras y compañeros, con la calidad y el esmero propios de las personas que les gustan, y saben apreciar, los buenos manjares.

                                               

    

Lo primero que destaca es una grandiosa, apetecible y exquisita tortilla de patata, tan frecuente y solicitada en nuestras reuniones. Otros platos destacan, como los de queso de oveja o el de lomo mechado, llamando también la atención, una excelente empanada gallega de carne, jugosa y sabrosa, con una masa de hojaldre crujiente que ya atrae con solo mirarla.

Probamos otras aportaciones como un perfecto salmorejo, con una textura en su justo punto, un perfecto toque de vinagre de vino, y una guarnición sobria, pero de calidad, agradeciéndose el contraste del buen jamón con el resto de los ingrediente.  Todo al autentico estilo Cordobés, ejecutado por una Cordobesa con estilo y tradición.

 Muy refrescante resulta una especial ensaladilla, que poco tiene que ver con la tradicional, pues su base es el pollo troceado, aderezado con taquitos de queso de cabra, y para contrastar, trozos de piña que aportan la acidez necesaria para separar los sabores en el paladar y que están unidos por una clara mayonesa, suave y de textura agradable.

 

Muy original resulta el paté, de color mas rojizo de lo habitual por destacar el color del pimiento, y que se presenta en dos versiones, una de ellas con anchoas.  Los servimos en pequeñas tostadas que, aparte de servir de soporte, ayudan a apreciar el sabor del paté sin quitarle protagonismo.

Algunos aperitivos acompañan los alimentos descritos, para picar o acompañar la bebida, como selección de salados, queso, o patatas fritas, que consumimos hasta llegar a los postres, cuya base fue una esplendida arroz con leche, de consistencia perfecta, adecuado grado de cocción del arroz, un gusto que lo calificaría de exquisito, fino sabor y un muy discreto aporte de dulzor.  La presentación en fuente de cristal y la decoración la más apropiada, una rama de canela.

Sobre la canela hay mucho que hablar, pues ya estaba preparada molida, para despacharse a medida, a medida de las necesidades de cada uno, según los gustos, por lo que apenas quedó después de decorar las porciones individuales, aunque algunos terminaron deleitándose con el resto de arroz con leche en su fuente original.

Una verdadera obra de repostería es una tarta de tres chocolates, realizada en tres capas cuyo color y sabor van desde el blanco al puro. El perfume a chocolate se encuentra en cada tipo, invadiendo los sentidos y el paladar.

La presentación impecable y la textura suave, cremosa y con un gusto difícil de olvidar.

También se pudo deleitar unas originales torrijas, tan propias de esta época, bañadas en chocolate, de un suave paladar y retrogusto a chocolate negro, intenso perfume a Semana Santa.

Quien quiso pudo ayudar a hacer la digestión, con un vodka caramelizado, pero lo importante fué la convivencia, el aprecio del trabajo, la calidad, el esfuerzo y la ilusión, lo importante fue compartir, y compartir con la llegada de la primavera a Sevilla.       

       

                 

 

 

Así sentí el Viernes de Dolores

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AUTOR: José  Enrique González             

 

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