Estonia, impresiones de un País. Tallin

 

Impresiones de un lugar que no conocí.

 

La propiedad intelectual, tanto de los textos como de las fotos, pertenecen al autor, por lo que está prohibida la reproducción total o parcial sin expresa autorización

AUTOR:  José Enrique González  (www.JoseEnriqueGonzalez.com)

Agosto 2.008

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   Tallin es una ciudad medieval amurallada y con 26 torres de defensa, es Patrimonio Cultural de la Humanidad y es de las ciudades mejor conservada de Europa.   Constituye el principal puerto de Estonia.

   La historia de Tallin comienza con los vikingos, que fueron sus primeros pobladores, posteriormente estuvo ocupada por distintos invasores, como los alemanes, suecos, rusos o finlandeses.

            

   Al desembarcar nos esperan los autocares con sus correspondientes guías para dirigirnos en primer lugar al Campo de las Canciones, gran explanada donde se encuentra un gran anfiteatro con una capacidad de 300.000 personas, y que se encuentra presidido por una gran escultura de bronce.

                

   Tras esta visita nos dirigimos a la parte antigua de la ciudad, pasando por algunas de las mas conocidas torres defensivas hasta llegar al edificio del Ayuntamiento y la Catedral ortodoxa Alejandro Nevsky (1.900) donde, tras esperar en la cola unos 20 minutos, accedemos a su interior para contemplar unos estupendos mosaicos y unos originales iconos en oro.

            

   Caminando por estrechas calles muy concurridas y llenas de pequeñas tiendas de artículos locales, llegamos a la zona alta de la ciudad, desde donde se divisa una panorámica llena de tejados rojizos, edificaciones blancas y finas agujas de las iglesias.

            

   Tras reponernos con unas bebidas frías, caminamos hacia la zona baja de la ciudad donde visitamos la plaza del Ayuntamiento, que funciona como mercado desde hace siglos y en la que se venden productos artesanales como trabajos en lana, en madera o incluso algunos alimentos como piñonates de almendras.

   

 

    En esta parada tenemos tiempo para visitar un interesante museo de farmacia, que data del 1422 y tiene interesantes y muy antiguos elementos relacionados con la farmacia y los fármacos.

 

   En esta plaza se encuentra uno de los símbolos de la ciudad, el antiguo Ayuntamiento gótico.

                 

   Paseando por las animadas calles, llenas de turistas, nos dirigimos a reunirnos con el grupo para caminar hasta donde se encuentra nuestro autocar que nos llevará de nuevo al barco, donde por la noche, después de la cena y bien pasada la medianoche, nos tienen preparada una exhibición.

             

   La exhibición consiste en preparar el gran comedor después de la cena, con cientos de obras de arte realizadas con alimentos, esculturas en mantequilla, azúcar o cacao, y grandes bloques de hielo con bellísimas tallas iluminadas en distintos colores.

 

   Cuando se contempla tal cantidad de alimentos decorados, tallados o esculpidos, nos parece una labor imposible con una presentación impecable y un gusto exquisito.

   En repostería nos llamó la atención los encajes realizados con finos hilos de chocolate.

    Digno de mención es un trozo de jamón tallado como un piano, o los centros de flores y pájaros realizados con azúcar.

               

   Después de que todo el público se sorprendiera, visitara y sacara cientos de fotos de la exposición, se procede a su consumo en el que todo el mundo cooperó voluntariamente, degustando aquellas obras de arte, realizadas en su mayoría por los cocineros malayos, y todo ello, como segunda cena imposible de rechazar por su exquisitez y presentación.

 

C O I N C I D E N C I A S :

 

   Al desembarcar para dirigirnos a los autocares y realizar las visitas programadas, nos controlan los billetes una encargada del crucero, sorprendiéndonos al reconocerla y situarla en otro barco donde habíamos hecho otro crucero, el Blue Moon, en el que embarcamos en Aruba, en Venezuela, para recorrer el Caribe.

   Nada más recordarle el barco, se acordaba de nosotros y del recorrido que hicimos, le dio mucha alegría y nos ensalzó las cualidades del barco anterior, superiores a las del que ahora teníamos, en lo que estábamos totalmente de acuerdo.

   La conocimos en Las Antillas, en el Caribe  y nos volvemos a encontrar en el Báltico, la alegría fue mutua.

 

 

 

 

Así sentí Estonia, así sentí Tallin.

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AUTOR: José  Enrique González         

 

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