El acceso está configurado por medio de
largos túneles, muy estrechos y bajos, por los que hay que andar agachados y en
fila india, lo que dificultaba el asalto y facilitaba la eliminación del
enemigo desde unos orificios practicados en la parte superior por donde
golpeaban con facilidad con lanzas hasta disuadir al intruso, especialmente al
llegar a un estrechamiento taponado con unas grandes piedras circulares de
hasta
Las viviendas desarrolladas en las zonas
altas de las masas volcánicas, son confortables y constan de varias
habitaciones, incluso algunas con balcón o terraza, recubiertas en su interior,
por alfombras multicolores, tanto las paredes, como los asientos o mesas
excavados en la roca,
y como muestra de la
hospitalidad de este pueblo, a nuestra visita a una de estas viviendas, lo
primero que hicieron fue
agasajarnos ofreciéndonos un
reconfortable té turco, mientras se nos empapaban nuestros sentidos de un
sentimiento de paz y soledad que nos traslada en el tiempo y produce una
extraña sensación de tranquilidad y melancolía, tal vez por el cansancio o por
lo desolado de una zona tantos siglos habitada por personas que tantas
dificultades y persecuciones padecieron.
Los sistemas de almacenamiento de agua se
solucionaron mediante pozos artesianos, tallados literalmente en la roca, y con
hasta
El paisaje exterior, todo nevado con
apariencia de ser una gran alfombra blanca, se tiñe de un color rojizo por los
rayos del sol, cuando con la intención de reponer fuerzas, accedemos a una
antigua Posada, convertida hoy en un buen restaurante mediante la
reconstrucción de la primitiva de épocas pasadas, situada y usada en
Los techos de vigas de madera tallada, la
configuración de los elementos nos recuerdan los numerosos mercaderes que la
habitaron y que tantas aventuras protagonizaron en su época.
El servicio es eficaz y nos sirven en unos grandes platos de cerámica, con dibujos clásicos de Iznik (Nicea) tan delicados y artísticos que no nos resistimos a fotografiar.
Terminada
la reposición de fuerzas culminando el almuerzo con un buen café turco,
nos encontramos al salir con un paisaje rojizo, que se pierde en el horizonte,
inmenso.
A pocos metros de nosotros, unas mujeres
sentadas rodeadas de nieve, hacían labores confeccionando paños y tapetes para
su venta. Próximos, unos cobertizos
aguantando la inclemencia del tiempo, se presentan repletos de recuerdos para
llevar, manualidades, trozos de minerales, pieles, etc.
Algo más tarde pudimos apreciar la destreza,
la creatividad y la belleza, tanto en una factoría de joyas y trabajos con
minerales y piedras preciosas, como en la fabricación manual de ricas
alfombras, y de la propia seda, desde la cría de los gusanos, hasta el triste
proceso para la obtención de la seda mediante la inmersión en agua hirviendo de
los capullos con la crisálida viva dentro.
En fecha tan especial como es el fin de año,
ignorantes de la cultura y costumbres locales, dudamos de cómo entraríamos en
el nuevo año, pero nos sorprendió la organización de la celebración especial,
para los occidentales, que también fue secundada por las gentes locales de la
región de Capadocia. El lugar, una gran
superficie circular culminada con una gran bóveda excavada en la roca volcánica
a la que confluían ocho bóvedas o
salones abovedados que, formando una planta estrellada, sirvieron para
acomodarnos siendo los asientos y las mesas también de roca tallada, tapizados
con cojines, manteles y alfombras,.
Sobre los manteles de telas hechas a mano,
decenas de platos llenos de comidas locales cubrían las mesas junto a cuencos
llenos de distintos frutos secos, destacando los conocidos pistachos, aquí de
gran tamaño y buen sabor. Unos originales vasos sobre platitos de colores
salpicaban de color las mesas, dispuestos para recibir el vino, el té, el café
turco, o el raki, un aguardiente de fuerte sabor y
graduación que sirve para acompañar las comidas agregándole agua, lo que le da
apariencia de líquido lechoso de muy agradable paladar. La temperatura muy agradable en el interior,
contrastaba con la nieve almacenada en el exterior que llevaba le termómetro
hasta los 15 grados centígrados bajo cero.
El ambiente se animaba por momentos cuando
los músicos comenzaron con el repetitivo ritmo de la música turca, seguida de
todos los ritmos que tantas veces habíamos oído en los documentales de lugares
remotos. Pronto, grupos de bailarines
tomaron su turno con música del Cáucaso, después
otros nos deleitaron con los bailes de los cosacos
Rusos, dejándonos atónitos
por su destreza y agilidad, posteriormente, también con ritmo trepidante, una
bailarina nos mostró la famosa danza del vientre, compartiéndola con algunos de
los asistentes, entre la simpatía del resto del público.
El raki localmente se bebe como acompañante de las comidas,
pero en la fiesta lo tomamos sin limitaciones, la animación subía e incitaba al
baile de las danzas de fuerte ritmo, a nuestro sentimiento, y que estremecían
nuestros cuerpos y, unidos de las manos bailábamos al unísono sintiendo el
sonido de los tambores en nuestro pecho mientras la danza repetitiva nos hacía
caer en una especie de trance feliz.
Una interrupción nos sosegó y preparó para una exhibición especial, de tipo religioso, realizada por
miembros de una congregación llamada de Los Derviches que, desde tiempos
inmemoriales, realizan unas danzas en círculos, alrededor de una piel de
cordero, girando también sobre sí mismo , con vestimentas blancas tras
despojarse de unas túnicas negras representativas del mal, todo ello cargado de
una fuerte simbología representando la piel de cordero al sol, los giros son los de traslación y rotación de los
planetas, el blanco simboliza la pureza y el negro al mal que, tras despojarse
de él, queda lo puro.
Casi a media noche vimos como alguien había
conseguido unas cestas de uvas y las distribuía por las mesas, lo que nos
produjo gran nostalgia a la vez que alegría.
Como deferencia a los occidentales, cuando
en España eran las 11 aún, sonaron las campanadas y, todos de pié, cumplimos con el rito y
brindamos una vez más con el famoso raki, lo que nos
ayudó para salir al exterior para, entre gran alegría, risas y algo de
nostalgia, asistimos a unos fuegos artificiales en conmemoración del año nuevo,
lo cual no consiguió calentar el ambiente lleno de blanca nieve y brillante
noche.
La fiesta siguió hasta altas horas de la
noche, entonces ya cansados y embriagados de música y bailes, nos desplazamos a
nuestros respectivos hoteles, de amplias habitaciones y confortables
calefacciones, televisión vía satélite y el máximo de comodidades.
A nuestro regreso hacia
Estambul, hicimos
una visita general a
En un lujoso hotel céntrico, tomamos el
almuerzo que, como siempre, terminamos con un exquisito café turco en la
sobremesa, café finamente molido y hervido en cazo de cobre al que se le añade
el azúcar que el interesado ha indicado previamente por lo que no debe moverse
una vez servido ya que deja una buena capa de residuo que debe asentarse antes
de su degustación. A continuación
seguimos el viaje en autobús durante varias horas, entre nieve, para llegar
atravesando el gran puente colgante sobre el Bósforo, con sus
El cansancio
empieza a desaparecer a la vista de tanta actividad, coches, tiendas,
luces...tras un breve descanso en el hotel, el tiempo necesario para tomar una
reparadora ducha y poco más, tomamos un taxis que, en unos cuarenta minutos,
nos lleva a las puertas del lujoso hotel Mármara,
lugar de cita con otras personas del grupo. Este hotel está situado en una zona
céntrica y alta de